AL ENCUENTRO DE LO DESCONOCIDO
Plinio el Joven Epist. 6, 16 (Gredos, vol. 344)
Plinio el Joven Epist. 6, 16 (Gredos, vol. 344)
Se encontraba
en Miseno al mando de la flota. El 24 de agosto, como a la séptima hora, mi
madre le hace notar que ha aparecido en el cielo una nube extraña por su
aspecto y tamaño. Él había tomado su acostumbrado baño de sol, había tomado
luego un baño de agua fría, había comido algo tumbado y en aquellos momentos
estaba estudiando; pide el calzado, sube a un lugar desde el que podía
contemplarse mejor aquel prodigio. La nube surgía sin que los que miraban desde
lejos pudieran averiguar con seguridad de qué monte (luego se supo que había
sido el Vesubio), mostrando un aspecto y una forma que recordaba más a un pino
que a ningún otro árbol. Pues tras alzarse a gran altura como si fuese el
tronco de un árbol larguísimo, se abría como en ramas; yo imagino que esto era
porque había sido lanzada hacia arriba por la primera erupción; luego, cuando
la fuerza de esta había decaído, debilitada o incluso vencida por su propio
peso se disipaba a lo ancho, a veces de un color blanco, otras sucio y manchado
a causa de la tierra o cenizas que transportaba. A mi tío, como hombre sabio
que era, le pareció que se trataba de un fenómeno importante y que merecía ser
contemplado desde más cerca. Ordena que se le prepare un navío veloz, y me
ofrece la oportunidad de ir con él, si yo lo deseaba; le respondí que prefería
continuar estudiando, y precisamente él me había dado algún material para que
yo lo escribiese.
No hay comentarios:
Publicar un comentario